Otra vez, otro vídeo.
Sin mucha vida y emoción para enfrentarlo, le hablé a Chuy, apenas respirando sintiendo que el mundo temblaba bajo mis pies.
- ¿Chuy? No vengas a la casa. Pensé que serías diferente. Encontré un vídeo.
- (...) Es de hace mucho.
- ¿Por qué ahora?
- Tengo un fetiche, es como ver porno.
- ...
- Ya no te mortifiques. Yo te amo. Ya voy para allá y hablaremos.
Tan campante como siempre, llegó pero se sentía raro, como si sintiera que estaba por perder algo.
¿Cómo creerle?
¿A dónde ir?
¿A quién recurrir?
El chiste se cuenta solo. Le vendí mi alma, lo poco que quedaba, al diablo, prometiendo que le creería.
Al parecer lo último que me quedaba, la esperanza de que todo podría mejorar para mí, se perdió, se rompió, desapareció.
No tengo a nadie. Si me ves, solo abrázame. Hay piezas de mí regadas por la ciudad, perdidas y rotas. Irreparable.