17.2.17

Anoche, el bar

Después de estar tensos y haber dejado de pelear, llegamos al bar. Nos habíamos jurado no pelear porque es más nuestro amor que el coraje que podamos sentir, y nos comprometimos a dar lo mejor de nosotros para pasarla bien. Jorge llegó minutos después y se puso a cantar. Al poco tiempo, pedí una canción para escucharla y Gloria, la dueña que tenía rato en una de las mesas, ordenó que si querías una canción debías de cantar primero. Después de varias bebidas y sabiendo que mi profesión es cantar, se me hizo fácil recibiendo tequila de premio. Pero Gloria quería escuchar más, y yo seguí cantando. Unas cuantas canciones, unos cuantos tragos. Me senté junto a Gloria y su amiga, que tenía poco de haber llegado. Ellas querían aprender canto y ofrecí darles clases en la academia. Entonces todo empezó a caminar despacio y en círculos. Les prometí hacerlas cantar música ranchera en un mes y me ofrecieron ser socia del bar y trabajar entre semana. La cabeza me daba vueltas y llegué al baño, donde me recargué en el lavabo y perdía el equilibrio constantemente. Leo fue a sacarme de ahí, estaba cayendo del sueño que me invadió de repente. Mis palabras se arrastraban al salir de mis labios y el mundo giraba muy rápido. Me sostuve de un poste mientras mi novio, Jorge y el guardia de seguridad cruzaban la calle para ayudar a una mujer que estaba siendo golpeada por un hombre. Abrí mis ojos y Leo me había subido a un auto, sosteniéndome la mano y despertándome cada pocos minutos. Abrí los ojos nuevamente. Ya estábamos en la casa, caminé directa al cuarto y cuando me senté en la cama la oscuridad se apoderó de mí. Otra vez.