Siempre he de extrañar esa forma de llegar y recargarte en mi pierna, mirarme a los ojos y hacerme sentir como que me estuviste esperando todo el día.
Llegué a la casa y nadie salió a recibirme, nadie se asomó por la ventana, nadie avisó que ya había llegado. No es lo mismo. La casa está mas callada, nadie se asombra por los cambios de imagen que hace mi madre, ni se detiene a observar los alfileres que cayeron al suelo. Incluso hay menos pelo que barrer. Ya no tengo que preocuparme por las medias usadas, sé que ya no habrá quien se las lleve. No hay quien me acompañe a cenar y cuando tenga mucho sueño, no hay quien me lleve a mi cuarto y se despida de mí con sus ojitos cansados y su nariz que se estaba despintando por tomar agua con jabón.
Extraño tu compañía. No olvidaré tu carita cuando salí a verte y estabas muy cansada, rara vez me llego a asustar de esa forma. Siempre te amaré por demostrarme tanta alegría y amor. Fuiste una luchadora. Un día nos habremos de encontrar, mi consentida, Luita bebé, mi Lua.