28.8.16

La fractura

No sé cuánto tiempo duró, era como tener a una pared enfrente. Un paso adelante y tres atrás. No importaba cuánto insistiera, estaba frío. Sus brazos ya no me abrazaron como antes, sus besos estaban tiesos, su voz era glacial, mi nombre era completo. Y llegó ese punto donde algo se rompe y truena en los oídos, cuando lo más importante deja de existir y el vacío reina en tu interior. Y entonces te dejas ir, como caer en un pozo sin fondo, oscuridad.

Era un tipo de despertar, de una pesadilla vívida. No podía respirar, sentía frío, aunque sus brazos cálidos me rodeaban. Te embarga una sensación de miedo, miedo a perder lo que más amas, a no volver a escuchar su voz, a no sentir la textura y el calor de su piel, y que los besos que te llenan de vida sean sólo un recuerdo.