Un viaje express a la capital, la ciudad que más me gustaba en épocas pasadas. Al principio no quería ir, normalmente viajaba cuando necesitaba despejar la mente y relajarme, pero esto era un compromiso con Carina, su ceremonia y la importancia de que me hubiera invitado. Tan importante como dejar pasar la boda de Paty en la playa un día antes de la despedida rover de Carina. Y ahí estaba yo, comprando de último momento junto con Lety los boletos de camión, pensando en que podría doler separarme de Elise unos días. Estar con ella ha sido toda una experiencia, no cambiaría nada ni en lo que hemos pasado juntas, aún y cuando hubo ocasiones en las que quería alejarme.
El viernes al salir del trabajo, Lety y yo corrimos a nuestras respectivas casas a hacer las maletas, pero nunca se me ocurrió revisar la hora de salida. Cuando los compramos nos habían dicho 9:45 pm. Elise y yo llegamos 15 minutos antes a la central y Lety y su novio ya estaban ahí. No quería alejarme de los brazos de Elise, deseaba tanto que nuestro abrazo durara horas, hasta que se me ocurrió checar los boletos. Un vuelco en el corazón cuando mi reloj marcaba 9:42 y los boletos 9:30. Lety corrió a la ventanilla y su cara pálida me lo dijo todo: habíamos perdido nuestro viaje. Me acerqué a la ventanilla con la última esperanza en la punta de la lengua: "Señorita, ¿van a llegar a la siguiente central?", todo se aceleró a partir de su respuesta: "Váyanse ahora. El camión partió hace 10 minutos. Quizá logren alcanzarlo". Mi agradecimiento quedó suspendido en el aire. Lety y su novio corrieron a una puerta y Elise corría con mi mochila hasta su auto. Me queda claro que maneja demasiado rápido al cruzar ciudad y media en menos de 10 minutos. Al llegar corrí tratando de hacer tiempo, molestando a las señoritas de caja, a la supervisora de los camiones, y a pasajeros en espera, ya que Lety no llegaba y tenía mi boleto en su poder. El chofer me dio 3 minutos que pasaron lentamente hasta que vi a Lety y su novio entrar corriendo. La despedida fue muy "emotiva" en las palabras de Lety: abracé con todas mis fuerzas a Elise y la besé con la fuerza que se me permitió sin pensar en las personas que había alrededor. En voz alta le dije que la amaba muchísimo, cargué mi mochila y corrimos al camión. Verla a través del cristal me partía el corazón. Sólo serían unos días lejos de ella. Jamás había pasado más de dos días sin verla.
Así empezó el viaje, lleno de adrenalina, lleno de sentimientos encontrados. Lo peor estaba por venir: encontrarme con Raúl. Muy experta llegué a la estación de metro más cercana al departamento, como lo había hecho tantas veces el año anterior pero no recordaba el camino de vuelta, así que caminé con la mochila en la espalda hasta llegar a la habitación, unos cuantos kilómetros nada más, llegar y descansar antes de la ceremonia de Carina. Estuvo muy agradable, mi uniforme con olor a leña quemada y una desvelada que me cobró factura al día siguiente.
Mis demás días fueron entretenidos. Tuve la oportunidad de desayunar con Mich, una mujer sonriente y comprometida con la que trabajo virtualmente y que nunca nos habíamos visto. Mich dedica su tiempo a desarrollar actividades para personas con discapacidades visuales y auditivas, escribió un cuento en braille inspirada en una niña que lloraba en una biblioteca por no tener material para ella, es interesante, plena, entretenida, comprometida y amigable. La diferencia de al menos 10 años no importó, convivimos como dos amigas paseando en el mercado hippie y me trajo caminando al menos siete kilómetros durante toda la mañana.
Pude pasar tiempo con Fran platicando como si nos viéramos todos los días. Frank y Eddie me hicieron la tarde al preparar en casa de Frank comida italiana para comer en el jardín con el fresco de la tarde y una vista espectacular. Pero lo mejor de todo fue pasar los días con Raúl como si nada hubiese pasado, como cuando nos empezábamos a llevar bien, hacer las pases con nuestro pasado y volver a comenzar. Sé que las cosas nunca volverán a ser como antes pero este ha sido un buen comienzo.
Mi regreso fue el mejor. Ansiaba volver a besar a Elise, abrazarla mucho, me había hecho mucha falta. Me bajé en la estación en donde Lety y yo habíamos subido, aunque mi viaje llegaba a mi ciudad natal, y me senté en una silla. Elise me había prometido ir por mí, así que ansiosamente la esperaba. Me estremecí cuando dos manos se deslizaron por mi cintura desde mi espalda, su aliento en mi cuello y sus labios en mi mejilla. No importó la hora ni los presentes, la besé llena de emoción de volver a estar con ella y más porque estaríamos solas los últimos días que quedaban de vacaciones.