21.4.14
Tres días, dos noches
Mi fin de semana. Creo que el mejor que he tenido en el aspecto emocional. Que Elise hubiera ido por mí a la estación fue un detalle único: creo que me enamoré aún más de ella. Entre bromas, besos y caricias, sentí que habíamos compartido una vida entera desde hacía tanto tiempo. Fuimos a su casa a que recogiera unas cuantas cosas antes de ir al bar en donde canto, ella siempre está ahí desde la primera vez, pero ahora era diferente: la había invitado a vivir conmigo el fin de semana. Lentamente pasaron las horas y al llegar a la casa ya era muy tarde y estábamos cansadas. Se acomodó en mi cama y la observé dormir un momento antes de que yo también sucumbiera al sueño. Elise se mueve mucho, y varias veces se pegó con la pared, sus manos me rozaban frecuentemente y cuando me abrazó, aun en sueños, me puso nerviosa. Despertar con ella fue una experiencia grandiosa, se veía hermosa dormida con sus cabellos chinos alborotados sobre la almohada. Pude sentir su amor ese fin de semana, me encantó estar con ella, no salir de la casa, tomarla por la cintura y besarla hasta que me dolieran los labios. Sufrí cuando la vi irse a su casa el lunes en la madrugada. La idea de vivir con ella una vida entera suena atractiva, este fin de semana no fue suficiente.