17.3.14

Y.I. Sin miedo

Fuimos a ver a un amigo tocar en la terraza de un hotel. El aire nos aventaba los cabellos a la cara y nos movía de un lado a otro, había un poco de gente, las estrellas brillaban en sus ojos y su sonrisa iba y venía. Creí que le daría pena si la tomaba de la mano, y resistirme a mis impulsos es muy difícil, así que me contuve lo que pude y cuando lo hice me soltó muy rápido. Me entró una punzada dolorosa al estómago y traté de no darle importancia. Nos acercamos a la orilla de la terraza. Ocho pisos arriba y la ciudad a nuestros pies era un escenario hermoso, me habría gustado que Marce estuviera ahí para verlo, y entonces se acercó a mi y me besó en los labios. Y yo que no me quería enamorar. Se disculpa conmigo porque no sabe cómo tratarme frente a las personas y le explico que sólo tiene que ser ella misma. Pote, nuestro amigo, baja del escenario y se despide rápidamente, por lo que no teníamos más que hacer y decidimos regresar. En el carro me besa lo que no me ha besado en la noche y justo cuando me corta la respiración me pide ser su novia. Había aceptado días atrás, cuando en el primer beso me lo susurró en los labios pero no había podido responder por la falta de aliento.

Y ahora, no sé cuántos días llevamos o si deberíamos de contar con una fecha especial. Mes y medio de conocernos y todo ha sido mágico, extraordinario y perfecto. Desde el primer día, la forma en que dice que aparecí en su vida como si al entrar por esa puerta se hubiera iluminado su mundo. Y sus ojos en los míos, creí que estaba haciendo algo mal, su mirada era de sorpresa. Los días posteriores a la primera impresión: esas ganas de hablarle y ella que se alejaba. Ahora me entero que no quería que me diera cuenta que yo le gustaba. Me gustaría volver a ese momento y poder observarla más, tal vez me habría dado cuenta, tal vez no. El primer contacto que tuvimos: cuando (casi obligada) me sentó en el teclado y me dio una guitarra, sin palabras, sólo eso y no se por qué yo quería complacerla. Cierta noche casi inmediata de ese momento me habló, le empecé a preguntar sobre ella, y como si fuéramos amigas de toda la vida, me confió cosas que a nadie le habría dicho. Una plática de dos o tres horas. Al día siguiente entablamos nuestra primer conversación en vivo y nos preguntaron si nos conocíamos desde antes. Así me he sentido con ella. Como si nos conociéramos de siempre. Y a partir de ese momento, no hay día que hayamos dejado de hablar.

Cada día, un paso adelante. Estoy aprendiendo de mi misma con ella, estoy conociendo un sentimiento que habitaba dentro de mí y no se mostraba, pero más importante aún, estoy "viviendo ella". Es tan diferente al resto del mundo, el aire sabe diferente, las cosas se ven distintas, ella me hace sentir especial, como si me hubiera ganado algo grandioso, y mi lucha constante diaria es agradecerle haber estado ahí, ese sábado sentada de rojo con azul, sus cabellos chinos negros y sus ojos café rojizos en los míos haciéndome sentir que tal vez algo había cambiado en mi vida. Me enamoré.