23.8.13

Bogotá

En la ciudad de Bogotá, sentado en una silla de madera en un cuarto con paredes amarillas, marcos de madera oscura y ventanas rústicas, está Daniel de ojos azul-verde, con sus chinos despeinados y su sonrisa que nunca se pierde. No puedo verlo y poco hemos hablado pero está ahí batallando con el internet diciéndome palabras bonitas, haciendo que me pregunte por qué tardamos tanto en volvernos a hablar.