Tienen unos nombres tan singulares que tendré que usar abreviaturas para proteger su anonimato. Conocí el mismo día a Ando y a Ita. Tal vez eran sus nombres o sus rarezas que me llamaron la atención. De lejos pensé que Ando era Luis, así que caminé junto a Oly sin inmutarme de su presencia. Ya de cerca, se nota que Ando no es de aquí, o al menos su familia viene de otro país. Tiene unos ojos rasgados y una sonrisa contagiosa, es un poco burlón de la desgracia ajena pero no puedes evitar reírte cuando suelta la carcajada. Es de tez muy blanca, es delgado y, además, es diabético. Creí que Fernando era la persona que más debía cuidarse, pero ver a Ando con una aguja en su brazo conectada a un cable muy delgado transparente que llegaba a una maquinita que parecía un beeper, me sorprendió y me preocupé cuando le bajó el azúcar.
A pocas horas llegó Ita y Fisz, su hermano, quienes son las personas más agradables de conocer al momento. Sentí que los conocía de la mitad de la vida. También son muy diferentes al resto de nosotros, el apellido, su religión y sus rasgos físicos los delatan. Ita tiene el cabello castaño casi chino, tiene una tez con un dejo bronceado y se nota la afectuosidad en su mirada. El único problema con ambos es la edad.
Creí que no sería la excepción como en otros lados, que me falta ese "algo" para que las personas quieran hablarme y más cuando hay alguien que se presta mucho a jalar las miradas a mi lado, pero la vida me sorprendió. Ando se acercó a mi y platicamos de su vida, mi vida, su enfermedad y algo para animarlo un poco más mientras se reponía de su descenso de azúcar. Pensé que Ita haría lo que yo creía cuando supo mi edad, se puso a platicar con Marce, y sin embargo, regresó a mi lado y preguntó por cosas de mi persona. Sus abrazos tienen ese afecto que tanto me gusta.
Me sentí halagada cuando pensaron que era más chica en edad, incluso la compañía de Fisz me reconfortó en mi plena sorpresa. Volverlos a ver hoy fue todo un gusto. Me siento segura en la mirada de Ita y Ando tiene ese "algo" que me hace quedarme cerca de él.
Aunque no lo sacó de mi mente, quisiera que estuviera aquí. Estoy encontrándolo en algunas personas, la afectuosidad de sus abrazos, la compañía, las ganas de reír, los ojos que me sonreían. Tal vez tengo ganas de que me quieran, como alguna vez escuché decir a mi padre. Tal vez es una muestra de lo mucho que lo extraño. Tal vez sea la ventana cuando la puerta se ha cerrado.