26.5.13
Su visita
No esperaba que Luis Carlos me dijera que él estaba en el auto esperando con mi tía. Y al tratar de salir del hotel, me tuve que regresar y aferrarme de una pared para no caer del susto o de la emoción. Se ve más delgado y su risa me daba algo de tristeza porque no era compartida conmigo. Fuimos al cine y nos sentamos a los extremos, casi no compartíamos nuestro aire. Por orgullo, por enojo o por tristeza, cual sea la razón también sentía que era recíproca. Lo vi al día siguiente y me sonrío. Lo malo de despertar de mi inconsciencia fue haber sentido sus manos y no haberlas tomado para que no me dejaran ir. Quería pedirle perdón y al tercer día quise despedirme y abrazarlo por última vez en quién sabe cuanto tiempo. Al fin y al cabo, yo no era la razón de su visita.