Si no fuera por Isra, creo que aun sentiría el vacío. Y todavía sigue ahí pero es mas soportable. Tenia que hablar con alguien que estuviera pasando por lo mismo que yo. "A cada quien le pega diferente, cada quien va saliendo adelante diferente". Entender que a veces así sucede, por muy cruel que haya sido, nos va a enseñar algo. "A toda causa le corresponde una reacción, aunque nunca la veas", decía Isra. El tan sabio y tan calmado, pero cuando sus ojos se empañaban, sentía que no estaba sola. Gustavo quisiera darte un golpe en el hombro por tu imprudencia, pero Isra me recordaba que ese era tu estado natural. Me hizo reír y me acorde tanto de ti. El me dijo que debía reír en vez de llorar, que si estuvieras a mi lado harías lo mismo. Y reí un poquito y me tape la boca, porque aun no sentía que estuviera lista.
En la tarde fui a verte, a la segunda misa que te hicieron, y me sorprendió encontrarte en una bonita caja de madera color vino. Y podía observarte sentado en la esquina de la banca primera, frente a tu familia, volteando de reojo a ver a los presentes y estabas tranquilo. Quería llorar pero no podía porque algo me hacia sentir que era momento de soltarte, de dejarte ir. Isra estaba a mi lado y su dolor era palpable. Al final, te ibas en brazos que no conocía y no sabia que hacer. Le pedí a Isra que me acompañara, solo un metro adelante, al encuentro contigo y se me corto la voz. "Muy bien Gustavo, me debes un café. Después nos ponemos de acuerdo". Y no pude decir mas. Llore con Isra tu ausencia, pero al final te agradecí que me hayas vuelto a invitar a salir. Sin ti seguiríamos siendo un recuerdo de secundaria, pero me mostraste a tiempo la increíble persona en la que te habías convertido.
Esto no es un adiós, es un hasta luego.