Yo nunca había jugado a vestirme de novia, aunque fuese de papel. La sábana no me hace sentir en una boda, menos con muchas niñas caminando a mi alrededor. Pero al vestirme con papel, la única de ese lado de la reunión, y a los ojos de Yael, me sentí realizada. Así era más fácil imaginar una boda, una que tuviera muchas sonrisas y alegrías. Rocío dijo que me tomaba muy en serio mi papel, y es que así fue. Yo me sentía como la próxima novia caminando al altar.
Pero discutir en la noche me hace pensar que no todo sería genial, habría demasiados temas para estar en desacuerdo y muchas malinterpretaciones.
Creo que lo más importante sería que las dos tuviéramos la apertura a escuchar, a entender que nos podemos equivocar, a saber perdonar y aprender a reír para hacer de un instante un lindo recuerdo y no la memoria de pelear en el momento más importante de una relación. Nadie es perfecto, pero todos podemos soñar, podemos aprender a buscar la felicidad.