3.6.15

La adrenalina que hacía falta

Los papás de Yael se fueron de viaje, sus hermanos no viven en la ciudad, estaríamos con gente que nos quiere, ¿qué es lo peor que puede pasar?

Yael llegó por mí en pleno juego de fútbol, así que mi salida fue sencilla. Tenía algo de ropa que me había quedado la última vez, por lo que sólo tomé mi morral y mis medicamentos. Iba nerviosa pero más emocionada de dormir de nuevo a su lado. El primer día lo pasamos juntas, como siempre, entre abrazos, besos y mucho amor. El segundo día se hizo carne asada en compañía de los pelirrojos, Lupita, Gloria y Leo. Todos reíamos en una verdadera fiesta.

El tercer día disfrutábamos de un domingo de trabajo de medio día y platicábamos con Lupita y Carmelita. Pero en eso tocaron el portón y mientras Leo y Yael fueron a abrir, me burlé pensando que pudiesen ser los papás. Pero la cara de pánico de Lupita me aterró lo que nunca me habría asustado antes: Christian iba caminando a paso veloz a un lado de la alberca. Me paralicé. Y al reaccionar, corrí al baño y me encerré. Sólo podía rezar. Christian llegó directamente al baño pero Yael le impidió el paso diciendo que lo estaba ocupando la hija de Carmelita. Mientras Christian iba al baño de afuera, salí sigilosamente mientras tomaba mi cel y corría a esconderme en el cuarto de válvulas. Sentía que moriría en ese momento. Los minutos de convirtieron en pesadilla a partir de ese instante. Lupita y Leo pasaron enfrente de mí y me hicieron señas para irme detrás de ellos, pero al voltear alguien me vio. Yo juraba que había sido Christian. Lupita me encerró en la farmacia con la condición de que Christian no tenía las llaves. Me escondí en el baño y no podía pensar. Entonces escuché unas llaves y la voz de Christian me hizo llorar. Christian y Guille intentaban entrar a donde yo no tenía escapatoria. Era el fin de mi mundo. Le mandaba mensajes a Lupita, le marcaba a Yael y nadie contestaba pero al final se fueron. Seguía en silencio cuando volví a escuchar unas llaves que esta vez si abrieron la puerta. Leo me sacó lo más rápido posible y me llevó al terreno. Me pidió que corriera hasta el fondo, pero yo estaba recién operada. ¿Cómo se supone que lo lograría? Fingiendo hacer sus actividades, me dio la señal para cruzar el portón y caminé como mi cuerpo me lo permitió hasta el fondo y me oculté detrás de una maleza de altura considerable. Me veía en el suelo, inconsciente por los golpes, tal vez en prisión o hablando con un abogado. Nadie me sabía decir que sucedía, pero yo tampoco quería saberlo. Muchos minutos después, una eternidad para mí, Yael fue a buscarme cuando ya estaba a salvo. Todos mintieron como si jamás me hubiesen visto y Christian se fue. Estábamos acelerados, no sólo pudo ser mi fin, sino el de todos los implicados.

Al día siguiente, salimos corriendo de la casa con el aviso de que Christian iría. Si nos hubiésemos tardado cinco segundos más, nos habrían visto. Me escondí detrás de asiento de Yael mientras ella manejaba a toda velocidad, zigzagueando entre las calles para salir de la colonia antes de que ellos nos siguieran. Todo parecía en calma y veíamos televisión cuando Christian apareció con Sol, su niño, Guille, su esposa y sus hijos. Rápidamente, Yael me metió en el cuarto y cerró con llave. Nadie podría entrar, pero el miedo llegó cuando los escuché decir que se quedarían a pasar la noche. La situación no pintaba nada bueno, pero Yael fue más astuta y logró sacarlos. Hicieron lo posible para no irse pero les ganó el orgullo y ya no volvieron. Ya no podía con esas emociones tan fuertes.

La última noche que pasé con Yael, un sujeto trató de entrar a la casa. Yael estaba en pánico. Como pude subí al techo y los soldados llegaron. El señor si era conocido del padre de Yael pero los soldados insistieron en entrar a la casa a revisar, rápido me trepé al clóset de Yael, en la parte más alta y detrás de unas pilas de ropa. Nadie debía saber que yo estaba ahí. Pero los soldados no entraron y tardé un momento en bajar.

Ya no podía con más sustos. Yael lo bautizó como "la adrenalina que le hacia falta a nuestra ordinaria y rutinaria vida". Después de esto, puedo decir que sobrevivimos.