Había olvidado lo mucho que me gustaban los audífonos: unos chicharitos que dañan la parte externa de tus oídos y susurran mayormente música o conversaciones agradables.
Antes de Yael se trataba de música, evasión del mundo, sólo eramos la música y yo. Había pasado un año después de conocer a Yael en el que perdí noción de unos audífonos, había pasado mucho tiempo sin escuchar musica como solía hacerlo. Y hoy, mientras los sostenía en mi mano, recordé aquella sensación de nunca separarme de ellos, evadiendo el ruido de la ciudad, las voces parlantes en la universidad y las conversaciones ajenas en el transporte público. Sólo la música y yo.