Esa noche el insomnio se había apoderado de mí como nunca antes, no podía dormir ni siquiera permanecer con los ojos cerrados, y cuando me harté de estar así bajé a la cocina a despejarme. Elise me siguió enojada pensando que lo estaba haciendo a propósito y empezamos a discutir. Detesto discutir a las 4 am. Para cuando la situación se puso peor, ella estaba sacando mis cosas de la habitación, guardándolas en bolsas a punto de subirlas al carro (su cuñada y su padre despiertos observando). Me iba a llevar a casa de mis padres. A pesar de todo, empecé a sonreír. Era como la respuesta que estaba buscando. Le ayudé a vaciar cajones y a subir mis pertenencias cuando, de repente, decidió que no me llevaría y entró a la casa una vez que cerró el carro. Me molesté y me di cuenta que tenía mi morral con mi cartera y mi celular dentro y que Elise había dejado la puerta abierta.
Corrí lejos, zigzagueé entre calles y me escondí. No era la primera vez que salía corriendo. A Elise le enfadaba que lo hiciera porque temía por mi seguridad, pero no me importó. Sabía lo que tenía que hacer, estaba cansada de las peleas y las groserías, y pensaba regresar al día siguiente para sacar apropiadamente mis pertenencias. Elise pasó a un lado mío en el carro, pensé que me habría visto, al perderla de vista seguí mi camino.
Estaba haciendo mucho frío y solo traía un suéter ligero. Caminaba sin rumbo con la intención de ir a casa de mis padres sabiendo que el trayecto era peligroso en la total oscuridad. Vi pasar a Elise varias veces manejando. Ya no iba tan acelerada y en mi corazón tenía la esperanza de que me encontrara y me regresara a ella. Pero tenía que ser fuerte y seguí caminando. Pensé en disculparme varias veces por medio de un mensaje con el padre de Elise por el drama ocasionado. Cada media hora veía el reloj. Ninguna llamada, ningún mensaje. Sabía que Elise me buscaría un rato. Caminé por las vías principales para salir de la colonia, las personas estaban saliendo a sus trabajos o a correr, a veces no sabía donde me encontraba, y cuando acordé, iba de regreso a la casa de Elise.
Al llegar, sentí vibrar mi teléfono. Era mi hermana. Medio dormida y preocupada me dijo que Elise y su padre me estaban buscando, que me reportara con ellos porque estaban a punto de ir a casa de mis padres y entonces se haría muchísimo más grande el problema. Aun estaba molesta con Elise. ¿Qué caso tenía seguir juntas para estar así a diario? Había mensajes suyos:
"Amor, ¿dónde estás? te está buscando mi padre, está vuelto loco, y yo voy rumbo a casa de tus padres. Te amo. Contesta por favor. Me muero si algo te pasa."
"Cielo no hagas esto. ¿En dónde estás? Amor perdóname. Te amo demasiado. ¿En dónde estás? No te hallamos."
Me sentí preocupada. Quería abrazarla, decirle que estaba bien, que había regresado. Le marqué y en su voz el llanto estaba contenido, la llamada fue breve, Elise ya no estaba enojada.
Al entrar, su padre me esperaba en el comedor. Sólo me miró y me preguntó con mucha tranquilidad que en dónde andaba. Tuve que decirle que caminé en los alrededores y que no podía dormir. El señor se puso a platicar conmigo de otras cosas hasta que llegó Elise. Sentí miedo, incluso el señor lo sintió, pero Elise me vio y corrió a abrazarme. En un susurro agradeció que estuviera bien y se unió a la plática.
Tres días después, Elise está descansando a mi lado.
No me mudé. La verdad no puedo, la amo demasiado y me ha demostrado cuánto me ama. Es como recuperar al amor de mi vida cuando todo empezaba. Se acerca a mi y me besa, me dice cosas bellas, me abraza como si no quisiera dejarme ir, ya no explota en coraje y se sienta a hablarlo conmigo. Me ve con los ojos que se habían perdido a lo largo de 10 meses que llevamos juntas.
Sé que podríamos volver a lo mismo de antes, pero ahora es diferente, lo siento en ella y me incita a ser diferente. A tener más amor y menos dolor, más pasión y menos rencor, mas todo por ella. Elise me demuestra que el amor va más allá de los problemas y discusiones.
Tal vez no fue lo mejor que pude haber hecho, tal vez sólo necesitábamos sentir el miedo verdadero de perdernos. Tal vez debíamos tocar fondo, tomar impulso y salir del pozo en el que nos estábamos hundiendo.