24.11.14

Cielo e infierno

El ruido de cada golpe me dolía como si el objeto chocara contra mi cuerpo, y yo estaba intacta. Cada segundo era una herida al alma. Silenciosamente, entre lágrimas, me preguntaba que habría hecho yo tan grave para merecer tal tormento. El llanto era incesante y éste aumentaba su ira. Hablar, controlar, torturar. Cada palabra hiriente hasta el día siguiente.

La tristeza inundaba mi ser en cada suspiro, su presencia me entristecía y me calmaba. Ese efecto único de ella que tiene en mí: que puede hacerme sentir el infierno y el cielo al mismo tiempo. No entender que mis lágrimas provocaban su coraje era la perdición del momento, y cuando decidí, impulsada por sus palabras, a dejarlo todo sin una última oportunidad, fue crearme un daño casi permanente.

Se empezó a quitar lo que se le había regalado de mi parte, de mi familia, y quedó en ropa interior superior en plena calle y mi dolor crecía sin parar. De esos dolores de los que uno no sana jamás. Y justo cuando me exigió un beso de despedida, mi terror más grande fue tan profundo que mi cuerpo se estremeció, mis piernas temblaron y caí al suelo, sufriendo como nunca antes, ni siquiera en mis depresiones más grandes, con enormes deseos de desvanecerme al instante. 

Era horrible, sus caricias diciendo que encontraría a alguien más y sería feliz. ¿Por qué nunca ha entendido que lo único que quiero en esta vida es hacerla feliz a su lado? Me odiaba. En cuanto me dejara sola moriría, sin piedad, sin perdón. Y lloraba.

Cuando me abraza y me dice que está para mí, me duele, porque me iría, me dejaría ir. Y, como siempre, me sorprendió. Me abraza más fuerte, me acurruca en sus brazos y se encarga de calmar mi llanto con su historia fantástica de nuestra vida juntas, su sonrisa y su felicidad. 

Nos hemos prometido un último intento, sin daño, sin prohibiciones, sin enfados. Empezar de nuevo esa vida que soñamos juntas y la habíamos perdido en el camino, volver a amarnos sin iras y sin mentiras. Me ha prometido tratar de mejorar, porque yo también se lo prometí. Y yo puedo cumplir mi palabra.