Casi se cumple un mes desde que Elise y yo decidimos mudarnos del depa y hacer de estos últimos meses del año nuestra vida en casa de los padres de Elise. ¿Qué puedo decir? Era bastante aterradora la idea en un principio. Pero en casa de Elise la vida es muy diferente a otras casas y me han tratado muy bien desde el principio. Incluso con el choque.
El grupo tocaba esa noche y debía estar puntual. Tenía el tiempo contado. Sólo llegaría al departamento para cambiarme los zapatos... un carro blanco apareció en mi vista y frené. Debí recordar que no teníamos llantas para frenar y, aunque torcí el volante todo lo que pude, el impacto se dio en cámara lenta. Pude escuchar crujir cada parte metálica y cómo se rompían las piezas de plástico, la sacudida del conductor, como me desviaba en el mismo camino... No había sido imprudente, estaba tan sólo a una cuadra del departamento, no iba a gran velocidad, sin embargo tenía la sensación de culpa sobre mi piel. No podía respirar. El hombre bajó echando gritos y no me podía mover. Me dolía todo. Pero tenía que enfrentar mis consecuencias. Traté de hablar con él, pero no estaba muy bien, las palabras no me salían, me estaba faltando el oxígeno.
Recuerda: el carro no tiene seguro, tiene placas vencidas, tu licencia acaba de caducar, está a punto de ser vendido... y lo más importante, no es tuyo.
El tiempo se fue muy despacio. Le hablé a Elise, estaba preparada para que mi relación se rompiera en ese momento, tenía que aguantar. Elise estaba muy molesta. Me marcaba, hablaba un poco conmigo, luego colgaba y volvía a marcar. La llamada inesperada del Sr. R, el padre de Elise, me trató de tranquilizar pero yo no podía. El Sr. R pidió que le comunicara al hombre con el que había chocado y habló con él. Se presentó como mi padre y que el enfrentaría las consecuencias. ¿Quién hace eso? ¿Qué hombre, que sospecha de que su hija tiene una relación con su mejor amiga, que por cierto vive en su casa y acaba de chocar su auto, se presenta como el padre de la misma y asume los costos del mismo? Debía de estar soñando. Y aunque tenía un lado bueno, lo cierto es que era una pesadilla real. El hombre no se quería ir hasta que el Sr. R tuvo que usar otro tono de voz. Esteban llegó por mí y en vez de ser un apoyo me obligó a ir a trabajar. Al final de la noche no tenía cara que dar con el padre de Elise. Conteniendo el llanto y la vergüenza, me recibieron Elise y su padre asegurándome que todo estaría bien, que lo material no importa cuando yo estaba bien. Me sirvió una taza de leche caliente y se rió de mí cuando, según él, comencé a tomar color. [El Sr. R dice que no soy blanca sino amarilla.]
Quisiera decir que todo está bien, pero últimamente mi inactividad me ha enfermado. Perdí la confianza en Elise y ella en mí, y me duele en lo más profundo cuando me dice que sólo hemos peleado. Y lo peor es darme cuenta como se va alejando día con día, como su sonrisa que tanto me enamoraba se ha ido esfumando y sólo quedan las muecas y el sabor amargo de mi enfermedad.
Tengo que recuperarla. Tengo que recuperar lo bello que teníamos. Tengo qué.