19.5.14

Y.I. Montaña rusa

No estoy muy segura de que tenga que ser así, como una montaña rusa, subiendo y bajando. Prefería pensar que era una onda senoidal del karma. Creo que lo más difícil de sacar a Elise de su casa fue lo posterior al acto: los enojos, los berrinches, los reclamos. Juro que por eso no tengo amigas, pero creí que lo de Elise se trataba de una situación temporal.

La amo. Me encanta. Me fascina. Y me pregunté varias veces que estaría haciendo mal si yo era la que se quería exprimir para ella cuando muy en el fondo se que se va a llevar mi energía sin algo a cambio. Los primeros días fueron terribles: no soportaba estar cerca de ella y su ausencia aun en mi presencia era deprimente. Puse de mi parte, corrí a sacarla y llevarla a donde pudiera estar segura, darle ánimos, abrazarla, pagar, comprar, lo que fuese necesario, hasta que al fin se mudó. El nuevo departamento fue una nueva esperanza: le sentaba bien, nos sentíamos a gusto, podíamos ser nosotras de nuevo. Pasar la noche abrazada de ella fue como comer después de la hambruna. Mis ojos volvieron a brillar enamorados.

Hasta hoy. Habíamos tenido un día genial, todo el tiempo a su lado, haciendo de todo para que estuviera bien, que se sintiera feliz junto a mi... Y en la noche la indiferencia, de nuevo. Ahora quiere regresar con sus padres. Me hace pensar que me mintió en muchas cosas (como en el plan que estábamos haciendo para vivir juntas), que no aprecia lo que he hecho por ella. Ya no importa el dinero. Es esta intuición que me dice que esta semana tendré el corazón roto y me va a doler lo que nunca me ha dolido.