En este viaje no todo ha sido malo y triste. He hecho muchas cosas, sobretodo en estos últimos días. Volver a ver a Esteban fue algo como encontrar una cámara del tiempo: la última vez que nos vimos teníamos 16 años y ahora me doy cuenta que no ha cambiado en nada, sigue siendo una persona sonriente, sarcástica, enigmática y extraordinariamente buena. Es paramédico y su pasión es pasar tiempo en la ambulancia, estudia medicina, es consejero del clan, esta al pendiente de su grupo scout y es voluntario en los centros de acopio. Su vida se va en ayudar a los demás. Por otro lado, ver a Carina y dormir junto a ella tomándome de la mano como signo de amistad y confianza fue revivir ese viaje de mas de un mes de estar juntas 24/7 cuando apenas iniciábamos preparatoria. Salir con Fran y sus amigos y verlos como son unos viejos en cuerpo de jóvenes y con mente de infantes, ironía, jugando cartas y a beber.
Fuera de las experiencias compartidas, creo que aprendí mucho de mi como Carlos me lo pidió. No sólo pasé mi crisis del campo no predeterminado, sino que al fin entendí que me aferré a un Raúl que no existe, que sólo vivía gracias a mis recuerdos y que ya lo puedo dejar ir. Estoy en una etapa tan reubicable que puedo ir a cualquier lado y volver a comenzar. Hacer y rehacer, conocer, probar, bailar, viajar.