14.6.13

El sabio

Mientras navegaba en el internet, se posó frente a mí y con la mirada dura me dijo "Necesito hablar contigo". Por la forma en que lo dijo sabía que no se trataba de algo bueno.

No fue como la semana pasada, que me marcó al trabajo y me pidió una cita (antes de la plática con la Sra. B). Ese día, salimos y podía notar que lo que iba a decirme no era fácil. Como siempre, inició hablándome sobre el futuro, los planes y lo que se tiene que hacer para sacar adelante las metas presentes hasta que llegó el silencio y preguntó como estaba. En mis labios murieron las palabras que anhelaban libertad y me reduje a lo que él ya sabía, lo que ya había visto: a una persona impotente de no encontrar alivio a su dolor y él no podía hacer nada por ella. No podría decir todo lo que me dijo, pero si la paz que me dio. Había recurrido a muchas personas, un psicólogo, mis mejores amigos, personas en las que confiaba por su experiencia, a mi madre... pero ninguno me había dado un motivo por el cual seguir levantándome cada mañana. Y al final entendí que sólo debía hablar con él porque en sus palabras encontré la razón por la cual necesitaba hablar con Raúl, la que nunca escucharía de su boca. Entendí que guardaba la falsa esperanza de que en algún momento las cosas volvieran a ser como antes y que eso jamás llegaría, no solo por lo que había pasado, sino porque él no tuvo el valor de enfrentarse al mundo cuando yo iba a dejarlo todo por él. Y esa paz llenó mi vida.

Esta vez, en su voz se notaba un enojo implícito. Volvimos al lugar donde me había llenado de paz y discutimos ante la mirada de las parejas enamoradas y jóvenes amigos. Yo no tengo vergüenza y sabía que estábamos en el lugar correcto porque si no entraríamos en una situación de resignación y poder, y el sabio sabía de ello. Estaba enojada. ¿Qué era tan difícil de entender cuando no quería hablar de ello si tendría como respuesta una negativa, un regaño? ¿Tenía caso? Pero el final es lo que en verdad vale la pena contar. Liberé por fin, después de 20 años de silencio, aquello que carcomía mi existencia, los problemas, las envidias, el dolor... Su respuesta me colmó de gloria. Ojalá pudiera escribirlo como él lo dijo: "Si a alguien quiero en esta vida es a ti porque puedo hablarte como con ninguna otra persona, me entiendo contigo. Tal vez esté mal pero es cierto. Jamás te identifiqué como alguien inútil y lamento haberlo dicho. Estoy orgulloso de ti, de tus capacidades y tu independencia. Deshazte del poder que tengo sobre ti, porque más que sea mío, eres tu quien se somete a él. Y siempre te querré, a donde quiera que vayas, donde quiera que estés. Siempre fue así, desde que eras muy pequeña. Libérate a ti misma."

Por eso es el sabio, la persona más importante en mi vida.