La llamada de Jorge me hizo reflexionar sobre mi actitud del lunes. Ese día me cuestioné por qué me había permitido perder mi integridad por sentimientos vacíos y banales, los cuales ya conocía, y sentía una gran decepción hacia mi persona. Caminé entre calles, aguantando la respiración y tratando de llevar la frente en alto aunque las personas pudieran notar el dolor y la tristeza en mis ojos. Y apenas pude abrir la puerta de la casa, rompí en llanto. Había tenido dos semanas muy buenas pero la recaída fue inevitable. Y escuchar las palabras de Jorge, de su filosofía que me encanta, me han quitado el sueño dejando en su lugar la ansiedad.
Según Jorge, fingir estar bien significa que aún no estás bien y que en el momento que dejas de luchar contra el destino, la adversidad y la falsa esperanza... cuando llega ese silencio, es cuando en verdad encontraré la salvación. Me acordé de Rafael y la historia de su mejor amigo.
El mejor amigo de Rafael viajaba en avión cruzando el océano Atlántico cuando de repente una turbina dejó de funcionar y el avión comenzó a descender sin control directo a estrellarse en medio del mar. La gente que viajaba con él comenzó a gritar, a llorar, a orar, a suplicar.... y cuando podían visualizar las olas, se escuchó el silencio. Las personas no hablaban, ya no gritaban, no se escuchaba ningún lamento, ningún llanto... Había llegado el silencio. Ese silencio cuando han aceptado que no hay nada que pudieran hacer para salvarse, para hablar por última vez con su ser amado, para perdonar, para aceptar.... El silencio de la resignación.
Afortunadamente, el piloto logró levantar el vuelo un tiempo más, hasta que llegaron a una isla con pista y aterrizaron de emergencia. Ninguna persona salió herida. El piloto salió de cabina, se presentó personalmente con los pasajeros, se disculpó y dio su renuncia.
Jorge cree que ese es el silencio al que no he llegado. Una resignación obligada, sugerí. Él quiere que me detenga, y acepté que no hay esperanza, no hay nada que yo pueda hacer... y entonces llegará esa persona especial. Alejandro me dice que no quiero querer porque esto no llegará a ningún lado, y probablemente tenga razón. Estoy tan lastimada y falta de consuelo que lo quiero encontrar en el que me manda mensajes cada noche, y yo sé que sólo volveré a ver el vacío. Y a pesar de todo mi dolor, creo que lo peor aún no ha llegado. Estoy lista para el golpe final.