A Melesia. Una vez más
Me dormí con los ojos secos, me dolía el pecho y la cabeza. Ya no podía llorar. Y soñé, lo que para mí había sido muy real, que regresabas todos los días después de las siete de la noche y lo acepté. Probablemente no te vería en todo el día, pero pasar un rato contigo me bastaba para calmar mi dolor. Soñé que te abrazaba y que la vida seguía siendo buena. Pero desperté y no estabas. Y quería llorar pero de mis ojos no brotaban lágrimas, mis ojos se habían secado por completo. Apenas voy aceptando esta quietud. Vi como mi madre recogía tus cosas, pero no terminaba. En todos lados había algo que nos recordaba a ti, por decir poco, la casa entera es un recuerdo de ti.