24.7.12

Tercer viaje 2012

Suceden planes extraños, fuera de lo común  esporádicamente y lo mejor es tomar la oportunidad antes de que sea razonada y descartada.

Ir a la playa, en las vacaciones de verano, con cuatro hombres relativamente externos a la familia fue toda una experiencia nueva. No se puede hablar de las desventajas solamente, pero fue ilustrador como dijo mi padre, tanto en las cosas buenas como en las malas.

La arena en los pies, el agua salada en los labios y las olas que sorprendían en el andar, momentos que tranquilizan y que envuelven. Algunas veces desee estar sola para poder meditar bajo el agua, o para disfrutar del silencio y del sonido envolvente del movimiento del mar. Pero me sentía relajada cuando Manuel me tomaba de la mano o me abrazaba bajo el aire en la sombra de los atardeceres. 

Si me hubiesen avisado de este viaje años atrás, jamas lo hubiera creído. Una locura imaginarlo siquiera.

Pasear en la calle en la madrugada con el ruido propio de los bares de medianoche, el aire fresco, una cerveza aquí, un baile por allá  desayunos magníficos en el mejor restaurante, los atardeceres, los pelícanos sobre nuestras cabezas, correr antes de que suba la marea, la despedida de un cardumen mañanero, caminar en la playa a la luz del sol yacente...