Tenia un amigo, uno con el que poco hablaba, casi no teníamos en común pero me gustaban sus ojos y la manera en que me platicaba las cosas. Y de repente, su silencio me preocupó. No había mucho que yo pudiera hacer porque la comunicación era discreta y esporádica.
Pasaron los días y me sentí aislada. Pasaron las semanas y me sentí ignorada. Paso un mes y me empezó a dar igual. Todos quieren un amigo pero pocos se atreven a ser uno. Yo quería ser una amiga y quería conservar su amistad, pero al parecer él no pensaba de la misma manera.
Ayer nació su primogénito, por lo que puedo deducir que su silencio se prologara indefinidamente.
Es la segunda vez que me sucede esto: mi amistad es desplazada por el nacimiento de un bebe. Y no es que no lo celebre, sino que no me parece correcto olvidar a una persona, por el motivo que sea.
Yo también debería de clarificar mi lista de prioridades.