Vacaciones con Leo
Llegamos hace dos semanas a la habitación que fue nuestro hogar hasta el día de hoy. La aventura de escucharlo dormir o contarnos anécdotas del pasado hasta casi clarear la mañana. Me encontré segura a su lado, tomando su calor en las frías mañanas, rodeándole con mis piernas o tomando su mano cuando se despertaba temprano y me robaba los besos que fueron de él toda la noche. Su compañía era todo lo que necesitaba en mi vida. Sólo el amor habita en él, en los ojos que me quitan la respiración, sus besos tan anhelados por mí, su todo. Me encanta. Lo amo. Volvería a pasar mil y una noches a su lado porque la tranquilidad y la paz viven en él y en su sonrisa. Su voz que me inunda y destruye cualquier mal, sólo él para mí. Trabajo había y al regresar, después de cada noche, sólo tenía fuerzas para abrazarlo, para cuidarlo para siempre, para amarlo sin medida.
22 de mayo
No hubo nada que perturbara mi sueño, pero era hora de despertar. Un brazo pasaba por debajo de mi cuello y el otro reposaba en mi costillas, mi espalda pegada a su pecho velando su respirar. Un momento mágico. Suspiré y los brazos me abrazaron con cariño y delicadeza. Me enamoré aun más. Me giré para verlo de frente y con los ojos entrecerrados me sonrió y me besó profundamente. Sus manos me acercaron más a su cuerpo y en un susurro me deseó un feliz cumpleaños.
Fue el mejor regalo que pude haber recibido. Sentirme amada al despertar es algo que jamás olvidaré. Aunque tuvimos que regresar y se me consintió con mi platillo favorito, fue el mejor día para empezar la nueva etapa de esta vida. Tantos planes, tantas experiencias por vivir, tantos lugares por conocer, tanta música por tocar... este año. Pronto.