Era como ir en cámara lenta otra vez, incluso con el freno hasta el fondo, golpe al frente, golpe atrás, un golpe final. Reaccionar como si no lo hubiésemos sentido y asustarse al ver el panorama desde lejos. Prácticamente todos resultamos ilesos, pero el último auto destrozó el cofre, las calaveras, el radiador y tuvo que moverlo una grúa.
Lo más impresionante fue el impacto trasero final, cuando sabes que las cosas pudieron salir peor y no lo están. Experiencias más al diario de la vida.