Hoy apareció una publicación en esa red social que usamos todos los días, un vídeo tuyo donde estabas trepada a la reja de tu casa y estabas cantando en dos octavas diferentes. No puedo evitarlo, se me desbordan las lágrimas, se me hace añicos el corazón. Fuiste la niña pequeña de mis ojos, la persona que mas había amado en este mundo. Y te odio por eso: por no haberme querido lo suficiente para conservarme. También te soñé anoche, soñé que me volvía loca y te burlabas de mí.
Odio recordarte, porque recuerdo lo hermoso que tuvimos y el futuro que visualicé contigo. ¡Te odio porque yo quería casarme contigo! Me sigo preguntando porqué no fui suficiente, porqué mi amor no basto para que me cuidaras, porqué tuviste que actuar como lo hiciste. Y aunque siempre te amaré de la manera más intensa como me sea posible, siempre tendré ese dolor que hizo culminar nuestra relación.
Nadie jamás reemplazará ese sentimiento. Siempre (aunque te odie a ratos) querré tu bienestar, tu felicidad, tus sueños logrados, que seas plena y tranquila con quien sea que estés. Sé que eventualmente llegará alguien y te cambiará el mundo. Te hará feliz como jamás logré hacerlo. Porque si de algo me he dado cuenta, es que mentiste cada vez que juraste felicidad a mi lado. No fui suficiente. Y la decepción que me embarga no se cura con nada.
No importa con quien esté, te extraño. No es lo mismo. Quisiera olvidarte, o de perdido guardarte en un bonito recuerdo, pero no puedo evitar sentir dolor y tristeza. Lágrimas a cada rato, cuando nadie observa. Ojala todo fuese más fácil.