21.2.14
Y.I. Segunda parte
Esa noche, y siguiendo mi instinto de la verdad absoluta ante todo, tomé aire y le dije lo que me estaba pasando. Le dio risa la frase "Creo que me gustas", resaltando la palabra creo. Y es complicado explicarme, porque no fue fácil decirle que esto no me sucedía con frecuencia, es más, no me había pasado antes y ponía en duda fundamentos que ya había establecido para mí de los que estaba plena, consciente, de acuerdo y, sobretodo, feliz de ellos. Por otro lado, yo me la vivo muy intensa, tal vez porque no he sabido madurar en este aspecto o porque está llenando un espacio vacío, y no sé como explicarme de manera que no haya ambigüedades. Pero lo cierto es que sí me gusta: la forma que toman sus ojos cuando se ríe, su cabello, su perfume, su torpeza al abrazarme, su energía y su sonrisa. Tiene también ese lado roto y dañado que quiero reparar (esa maldita necesidad de tratar de reparar a los demás, como si yo estuviera perfecta) y de hacerle ver lo valiosa que es, sabiendo que lo disimula con una personalidad increíble, abierta, juguetona, simpática y tierna. Y no quiero ser alguien más que la lastime por esa manía mía de terminar completa y radical, más aún cuando este sentimiento que se está dando es recíproco.