16.4.12

Segundo viaje 2012

Pudiera haber omitido este viaje a causa de las experiencias vividas. Recordar aquellas situaciones de angustia en las que me encontraba, cuando sentía que el viaje no terminaría jamas, el aceptar el momento y tratar de dejarlo ir sin que me afectara, pero eso fue imposible porque al regreso me enferme.

El doctor ha dicho que podía deberse a un cansancio, un sobre esfuerzo físico o una gran perturbación emocional. Mi madre se jacto que había hecho mucho ejercicio [Lo se, ya soy lo suficiente grande y madura para tener una cita privada con el doctor, pero quería complacer a mi madre de que entrara conmigo] pero yo sabia que no era eso. Antes me había sometido a pruebas físicas mas extenuantes y jamas había padecido de aquello. Es de preocuparse, dijo el doctor, porque, si esto continua, se pueden debilitar los nervios de los músculos de la pierna izquierda y tener repercusiones en las funciones de movilidad. Aquello sonaba terrible, necesitaba descanso inmediato y muchísimas clases de yoga e intensas sesiones con un psicólogo. La ansiedad con la que coexisto debía calmarse en un nivel radical.

Al comenzar las vacaciones de Semana Santa de este año, se planteo la idea de viajar en familia a la bella contemporánea ciudad cuna de la independencia del país  la cual (en una cierta forma) es raíz de un lado de la familia. Yendo a este lugar desde que soy una bebe resulta en el conocimiento de las calles, las costumbres, pasar desapercibido tal cual turista y recorrer las plazas bajo el clima fresco y el cielo nublado. Aunque a mi me depriman los días nublados.

La impotencia de no poder decir lo que pensaba, sacar el ardor de sentimiento, el nudo de coraje formado en el estomago, lagrimas como fuga de agua, y mucho dolor interno maltrataron mis días y me permitieron respirar hasta el ultimo momento, cuando era tiempo de recoger nuestras pertenencias y volver a casa.