Antes envidiaba a quien hablaba de su primer concierto y de sus experiencias en los distintos eventos a los que asistía y mi sentir nacía de mi necesidad nada experimentada de los conciertos, los artistas, el espectáculo la gente ebria de alegría y alcohol...
Pero nadie podrá tener la experiencia que yo tuve, y le agradezco al destino el permitirme vivir ese momento con una persona, la menos pensada, a quien amo y admiro demasiado, mi padre.
Miguel Ríos una leyenda del rock español, que sin duda fue gran influencia en mi adolescencia, de escucharlo los domingos por la mañana y en los viajes en carretera, ha sido el ídolo de mi señor padre (yo creo) por mas de quince años. Así que, cuando se sabe que estaría en su ultima gira, en su gira de despedida, y que daría un concierto gratuito a dos horas de donde yo vivía mi padre no dudo ni un segundo en planear un viaje en familia, que casualmente coincidía con su aniversario de bodas numero veintitrés.
A mi parecer, mi madre y hermana no estaban tan emocionadas por el concierto. Les atraía la idea de viajar, pero ambas ya habían tenido su primera experiencia con un concierto, por lo que yo, en cierto modo, compartía la emoción de ir al primer concierto de la gira de despedida de Miguel Ríos.
Al sentarnos en las gradas, la expresión de mi padre rayaba en la ansiedad y emoción no podía esperar a que empezara. Y en la primer canción, me sentí llena de alegría, de música, de vida.
Me sorprendí cantando muchas canciones, de las que pensé que no me sabría ni siquiera la tonada, y bailando a un lado de mi padre.
Nunca olvidare esa noche. En mi vida pensé escuchar a mi padre cantar dos horas seguidas, con una gran sonrisa, con energía de bailar, de sentir. Y corear canciones que llegan al alma...
Mi primer concierto.